Friday, June 08, 2007

Sin salida en el callejón de Irak

Cuatro años después del inicio de la tercera guerra de Irak, la situación en el país no es ni mucho menos mejor de lo que era antes. Cuando el presidente norteamericano decidió invadir el país para liberar a la población de Sadam, erró en el cálculo y ha resultado peor el remedio que la enfermedad.

Con cien muertos al día y casi cuatro millones de desplazados y refugiados, el país que el “trío de las Azores” pretendía mejorar, vive sumido en una guerra civil que tiene difícil solución y que es calvo de cultivo para radicales extremistas que atacan a la población civil y también a las tropas de los países que aún se resisten a abandonar Irak.

Las famosas armas de destrucción masiva no sólo no han aparecido, sino que ni siquiera aparecerán. De los tres presidentes que llevaron a cabo la invasión, ya no queda ninguno en confirmar que efectivamente esas armas no existen y ni siquiera existieron. Cuesta creer que cuatro años después reconozcan que la base de amenaza mundial sobre la que orquestaron la invasión es mentira.

No sólo no se han encontrado las armas, sino que además la situación en la zona ha empeorado. La inestabilidad creada tras la invasión no sólo afecta a los ciudadanos iraquíes, sino que se ha trasladado al resto del mundo, y lo que se esperaba que fuera la gran lucha antiterrorista sólo ha servido para que los atentados extremistas creen caos y miedo a todos los ciudadanos del mundo. El 11-M en Madrid y el 11-J en Londres son dos claros ejemplos de cómo la guerra de Irak afecta a todo el mundo.

Es cierto que Sadam Hussein ha sido ajusticiado, poniendo fin así a una dictadura atroz, pero el rencor y las luchas entre etnias siguen estando en las calles de las principales ciudades iraquíes y el goteo de muertos civiles y también militares no cesa. ¿Quién responde ante esas muertes?

Hasta el momento nadie se ha responsabilizado de lo que hoy día se llama, de manera un tanto frívola, daños colaterales. Pero realmente no está claro que quien inicia una guerra no sea el principal responsable de lo que allí ocurre, y por consiguiente con una responsabilidad judicial. Eso es lo que Garzón pretende y que desde algunos medios se ha criticado: llevar a Bush, Aznar y Blair ante el Tribunal Penal Internacional. No se puede escapar de tantas muertes sin dar cuenta de ellas.